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Escuelas de Union City en crisis: clientelismo sobre los alumnos

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Union City, Nueva Jersey — El Distrito Escolar de Union City se encuentra al borde del colapso. A pesar de recibir cientos de millones de dólares en fondos estatales y federales cada año, el distrito ha despedido maestros, eliminado programas extracurriculares, suspendido el servicio de transporte escolar y recortado apoyos críticos como ABA y educación temprana. Familias y empleados están indignados: con tanto financiamiento, ¿cómo es posible que los estudiantes reciban menos?

La respuesta, señalan los críticos, está en la máquina política del alcalde y senador estatal Brian Stack. El alcalde, que ejerce una influencia desproporcionada sobre el distrito gracias a su poder de nombrar a la Junta de Educación, ha convertido las escuelas de Union City en un sistema de clientelismo político que prioriza empleos para sus aliados por encima de las aulas y los estudiantes.

Financiamiento millonario, servicios mínimos

Union City es uno de los distritos más financiados en todo Nueva Jersey:

En 2023–24, el distrito reportó casi 389 millones de dólares en ingresos operativos, de los cuales unos 242 millones provinieron del estado. Por cada estudiante, Union City recibe más del doble de ayuda que muchos distritos vecinos, incluidos Jersey City y North Bergen.

Sin embargo, pese a este dinero, el distrito ha reducido servicios esenciales. Los maestros pierden sus empleos, los programas extracurriculares desaparecen y los apoyos de educación especial se reducen al mínimo. Los padres se preguntan dónde está realmente ese dinero.

Excusas falsas frente a la realidad

Los funcionarios del distrito han intentado justificar estos recortes culpando a la pandemia de COVID-19, a la inflación e incluso a políticas federales. Pero estas explicaciones no resisten análisis.

Es cierto que a nivel nacional se ha impulsado la reducción del gasto desperdiciado. Pero precisamente de eso se trata: si Union City hubiera utilizado sus fondos de manera responsable, no existiría ninguna crisis. La única razón por la que el distrito “siente” el impacto de cualquier recorte es porque ha decidido gastar el dinero en mantener empleos políticos innecesarios, no en los estudiantes.

Como dijo un docente frustrado: “Si realmente invirtieran en los niños primero, no estaríamos en esta situación. Lo único que les preocupa es proteger su sistema de favores políticos.”

Una nueva escuela de $93,7 millones en medio de la escasez

Mientras faltan recursos en las aulas, Union City avanza con la construcción de la Academia Esther Salas, un nuevo colegio intermedio de seis pisos para 900 estudiantes, con un costo de 93,7 millones de dólares, programado para abrir en 2025.

Aunque los funcionarios presentan el proyecto como un símbolo de progreso, muchos residentes lo consideran un monumento vacío. “¿De qué sirve un edificio nuevo”, preguntó un padre, “si no hay suficientes maestros, programas ni servicios dentro?”

Una Junta de Educación sometida al alcalde

A diferencia de la mayoría de los distritos en Nueva Jersey, la Junta de Educación de Union City no es elegida por los ciudadanos. Es un distrito de Tipo I, lo que significa que sus siete miembros son designados directamente por el alcalde.

Este esquema otorga a Brian Stack un poder enorme sobre un sistema en el que, legalmente, no debería tener injerencia. En la práctica, Stack controla la junta y asegura que responda a él y no a los estudiantes.

El resultado es un distrito donde la lealtad política pesa más que la preparación profesional. Docentes y empleados denuncian una cultura de presión política constante, en la que las promociones y la estabilidad laboral dependen de las contribuciones a las campañas o del activismo a favor del alcalde.

Puestos de clientelismo: política sobre educación

Uno de los ejemplos más claros de estos nombramientos políticos es el cargo de Mercedes Joaquín, pareja de Stack, como directora de Relaciones Comunitarias del distrito. Para los críticos, se trata de un típico puesto clientelista: alto salario, funciones difusas y ningún beneficio directo para las aulas.

Otros aliados de Stack ocupan cargos similares, muchos de ellos creados artificialmente, consumiendo recursos que podrían pagar maestros, asistentes o programas estudiantiles.

Al mismo tiempo, empleados describen un ambiente de intimidación. Justin Mercado, secretario de la Junta, ha sido acusado de acosar a los trabajadores, presionarlos para hacer contribuciones políticas y silenciar a quienes se oponen. Los maestros afirman que se ven obligados a “jugar a la política” simplemente para conservar sus empleos.

Los estudiantes, las verdaderas víctimas

Los más perjudicados en este esquema son los niños de Union City. Mientras los allegados al poder cobran salarios y se premia la lealtad política, los estudiantes quedan sin transporte, sin programas extracurriculares y sin apoyos adecuados en educación especial.

Los padres y contribuyentes exigen respuestas. Con casi 400 millones de dólares a su disposición, ¿cómo puede el distrito seguir diciendo que no tiene dinero? ¿Por qué siempre se recortan maestros y programas, pero nunca los puestos políticos creados para beneficio de los aliados del alcalde?

Conclusión: Urge rendición de cuentas

Las escuelas de Union City deberían ser un ejemplo de éxito — una prueba de lo que puede lograrse cuando una comunidad recibe un fuerte respaldo estatal. En cambio, se han convertido en una advertencia de lo que ocurre cuando la política reemplaza a la profesionalidad.

El alcalde Brian Stack y su Junta de Educación, elegida a dedo, han creado un sistema en el que primero va el clientelismo, y al final los estudiantes. El distrito ya no puede esconderse detrás de excusas sobre la pandemia o la política federal. La verdad es más simple y demoledora: la crisis de Union City es autoinfligida, producto de la mala gestión y la corrupción política.

Hasta que se reforme el distrito y se rompa el control del alcalde sobre la educación, los niños de Union City seguirán pagando el precio más alto: su futuro.

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